Juan Carlos Patiño: el placer de la desesperación

Es muy grato encontrar publicaciones en diarios, que hablen de diseño y del “quehacer” del mismo.
Mucho más grato es encontrar reportajes en los que los personajes mostrados son amigos o conocidos. Esta vez me encontré con una reseña del buen trabajo de “profesor” —como lo conocíamos en la Facultad, Juan Carlos Patiño es su verdadero nombre—.
Solamente queda decir que le deseamos mucha suerte en su actividad. Y a continuación la reseña mencionada.

Redacción Artes/Cultura • La muerte, ¿es ese cadáver con túnica negra que sostiene una guadaña para metérnoslo en el cuerpo? ¿Es el momento en el que nos enfrentaremos a un juicio que nos absolverá o no de nuestros pecados?¿Es el pequeño tránsito hacia otra vida? ¿Qué es la muerte? Simplemente no hay respuesta, porque nadie ha podido regresar para contarlo.





Sin embargo existen muchos artistas que fascinados por el tema han encontrado un fuerte motivo de inspiración que posee diversos canales estéticos. Uno de ellos es el arte gótico (siglo XVI), primordialmente arquitectónico, que se originó en el norte de Francia y que nació en contestación a la tradición del arte románico clásico. Fue una época de mutación donde las burgesías y la urbanidad existían a la par de pestes, herejías y rebeldía popular.
Este movimiento, que en un principio fue muy religioso, luego de siglos adquiriría nuevos significados con vinculaciones más bien contrarias a la religiosidad. Por ejemplo, en la música, luego del breve paso del ‘Punk’, se originaría el‘Rock Gótico’, cuya mutación consistía en tornar las proclamas de lucha y trasgresión, en una actitud pesimista dominada por la angustia y la depresión. El desencanto causado por la impotencia de cambio, se tradujo en una estética de ropajes oscuros, a modo de luto, maquillaje negro cargado y una introspección incomprendida.
Toda esta cadena de sentimientos fueron apropiados por Juan Carlos Patiño, quien ha visto en la joyería y en la pintura su válvula de escape a su constante depresión y angustia. Manifiesta que estos dolores, que son insoportables, son a la vez deseados, queridos, y se han convertido en la esencia de su trabajo. El estupor que le puede producir su cuerpo flagelado, su energía baja y su mente en blanco se han convertido en placer, la delicia que ocasiona lo incontrolable.
Es la manera que Patiño tiene para negar la sociedad del ‘sweet pop corn’ y proponer un réquiem, un himno al no existir y entender a la muerte como último fin de las cosas. Su técnica en la plástica es el aerógrafo, el grafito y la tinta china, que se mezclan con los colores de sus sueños, de sus más incisivos temores: el rojo, el negro y el blanco.

La sangre que excreta el cuerpo tiene la forma de una lágrima, y el cuchillo que se introduce en el cuerpo las mil formas del placer. Escozor, escalofríos, inmensa trasgresión que se plasma en la plata y en el lienzo. Sus dibujos buscan la corporalidad femenina, porque, para Patiño, es el ente perfecto ideal para el arte gótico: la mezcla de la pureza de su carne con su mutilación.








El arte, como la única herramienta que tiene el Hombre para demostrar su insatisfacción, ha sido el camino de Juan Carlos Patiño o ‘Nauj’ para construir pequeñas esculturas o lienzos irreverentes. Es su destino, la construcción de algo para evitar su destrucción. Es componer con plata y lápiz la estructura estética de su desencanto. Un universo que apenas acaba de iniciar.

Tomado de la Revista Artes. (Circula con Diario La Hora)
Edición del 4 de Enero.